martes, 31 de enero de 2012

"La reconciliación es posible"

Ofer Laszewicki - Ramat Ef'al

A pesar del estancamiento de un conflicto que parece no tener solución y del inmovilismo de los líderes políticos para llegar a un acuerdo justo y definitivo, hay gente que lucha por mantener viva la esperanza de lograr la paz entre árabes y judíos. Para Aaron Barnea, responsable de Relaciones Internacionales del Círculo de Parientes, el primer paso para materializar el acercamiento entre israelíes y palestinos es que “se produzca una humanización del otro”. Entender y no ignorar que a pocos kilómetros de distancia vive gente que, a pesar de sus diferencias étnicas o religiosas, son víctimas de un drama compartido.


 Foto: Oliver de Ros
Es cierto que hace tiempo existen organizaciones que trabajan por la paz, pero el caso del Circulo de Parientes contiene un valor moral añadido: sus miembros son ciudadanos de ambos bandos que han perdido a un ser querido durante el conflicto. La historia de la familia Barnea es estremecedora: su hijo menor Noam, destinado en una unidad de elite de las Fuerzas Armadas Israelíes encargada de desmantelar explosivos, fue abatido en el sur del Líbano a falta de tan solo cuatro días de finalizar el servicio militar obligatorio. Obviamente, el golpe los hundió. Tanto Noam como su padre se oponían abiertamente a la ocupación del sur del Líbano por el elevado coste humano que suponía para el ejército y porqué, en su opinión, legitimaba los continuos lanzamientos de mísiles lanzados por la milicia Hezbollah. “No compramos esa historia”, cuenta hoy, mientras afirma con nostalgia y admiración que su hijo fue un chico brillante, bien preparado y muy consciente de lo que hacía.

Pese a mostrar su discrepancia con muchas de las acciones políticas y militares ejecutadas por el estado hebreo en el pasado y el presente, Barnea afirma con convencimiento que el servicio militar no se limita al cumplimiento del deber con el país, sino que es “una oportunidad para crecer y formarse”. Por ello, tanto su hijo mayor Alon como Noam fueron destinados a unidades especiales. Ciertamente, la tragedia se podría haber evitado: Noam no estaba obligado a cumplir la misión que acabó con su vida, pero quiso cumplir con su deber para agradecer la benevolencia de sus compañeros de filas, que poco antes aceptaron suplirle durante unos días para que pudiera estudiar una materia que afrontaba con mucha ilusión. La triste noticia llamó a la puerta de los Barnea el 12 de abril del 1999, justo en la víspera del día en recuerdo del Holocausto nazi. Al ver a los tres oficiales que se mantenían en pie con la mirada llena de resignación y dolor, supo al instante de que se trataba. En ese momento, cuando le entregaron las pertenencias de su hijo, recibió una insignia que lucía su hijo en el pecho: “dejar el Líbano en paz”. Fue este lema el que la empujó a luchar por la causa de la reconciliación. “Un día sentí su voz dentro de mi: papá, no puedo más, pero trabaja por la paz”. A pesar del impacto emocional que supuso la perdida de su hijo, es sorprendente la seriedad y la entereza con que cuenta lo sucedido.



Aaron Barnea, responsable de Relaciones Internacionales del Círculo de Parientes. Foto: Oliver de Ros


EL DIÁLOGO COMO SOLUCIÓN AL CONFLICTO
Tras finalizar la “shivá” –el luto de siete días que mantienen los judíos tras la pérdida de un ser querido-, Barnea fue a manifestarse ante el Ministerio de Defensa, dónde coincidió con miembros del Circulo de Parientes. Fue entonces cuando conoció una historia similar a la suya, la de Yitzhak Frankental, fundador del colectivo. Y ello le sirvió para comprobar que ante un dolor tan profundo es posible apostar por el amor en lugar del odio, que el sentimiento de venganza no conduce hacia ningún lugar. Al instante, se afilió a la organización, en la que actualmente ocupa un cargo relevante. En sus inicios, tras su fundación en 1995, el colectivo se adhirió al proceso de paz trazado en los Acuerdos de Oslo, ya que mantenían la fe en una solución política del conflicto. No obstante, tres años más tarde, una delegación del Círculo de Parientes cruzó a la Franja de Gaza, mantuvo encuentros con familias que habían sufrido el mismo drama y comprobaron que en el otro bando “si hay alguien con quien hablar” (rompiendo así el argumento esgrimido por parte de la clase política y la opinión pública israelí que el conjunto de la sociedad palestina rechaza el diálogo con los israelíes).


La experiencia les hizo ver la necesidad de que el proyecto existiera paralelamente en los dos lados de la frontera, y en el año 2000 se fundó la sede de la organización en el pueblo palestino de El’Ram, en Cisjordania. Desde entonces, su misión se resume en un lema: “la reconciliación es posible”. Su objetivo principal se basa en promocionar el diálogo directo entre israelíes y palestinos: según Barnea, han logrado visitar cerca de un millar de clases por año en institutos israelíes. Los encuentros siempre son llevados a cabo por una pareja formada por un miembro de cada bando. Para la mayoría, supone el primer encuentro con un ciudadano palestino, y les sirve para comprobar de primera mano que ellos también tienen “sus necesidades y sus derechos”.
Otra de sus iniciativas fue el establecimiento de la línea telefónica “Alo Shalom (hebreo), Ala Salam (árabe)”. Durante la segunda intifada -marcada por brutales atentados terroristas y continuos ataques del ejército- el proyecto sirvió para que existiera una interlocución directa entre israelíes y palestinos. Y fue un éxito: registró más de un millón de llamadas.

Todo este esfuerzo y dedicación les han servido, según Barnea, para comprobar que con un acuerdo político no basta para lograr su objetivo fundacional. Por muchos acuerdos, mediadores internacionales y firmas de tratados que se produzcan, la paz no llegará “si no viene acompañada por un proceso de reconciliación y entendimiento mutuo”. Para matizar su explicación, mencionó un concepto que le transmitió el reconocido escritor israelí Amos Oz: la “ruptura emocional”. La necesidad de crear conmoción social para que se deje de concebir al otro como el enemigo.

Por ello, la organización está trabajando actualmente en el esbozo de un documento que tiene en cuenta múltiples factores políticos, económicos, sociales y culturales que, en opinión de Barnea, deberían ser integrados en los futuros acuerdos de paz. “Hay que definir el contexto actual como una situación de urgencia, la opinión pública debe darse cuenta que esto conduce al abismo”, relató para evidenciar que la resolución del conflicto no puede demorarse indefinidamente. De lo contrario, el objetivo será cada vez más inalcalzanble.